Lo primero es distinguir entre dos posibles causas del aumento de peso. En el primer caso solo hemos engordado dos o tres kilos por el sedentarismo y hemos mantenido iguales hábitos alimenticios, con lo cual retomar la vida anterior y tratar de evitar excesos durante unas semanas o meses nos retornaría a la situación previa sin una excesiva dedicación.
Otra cuestión es que ya tuviéramos malos hábitos adquiridos de antes, que con el confinamiento se hayan puesto en evidencia y nos hayan dejado en una situación más comprometida. Esta es otra cuestión, ya no hablamos de dos o tres kilos; ya no hablamos de dos o tres meses. Puede que estemos hablando de lo que la Organización Mundial de la Salud declaró en 1997 como epidemia global, la obesidad.
Probablemente no necesitamos entrar en explicaciones acerca del Índice de Masa Corporal (imc) y otras cuestiones técnicas, por otra parte ampliamente difundidas, para saber si estamos gordos o no. Nos guste o no, saberlo lo sabemos. Otra cosa es que queramos reconocerlo. En estos casos un incremento repentino como el que nos puede haber dejado el confinamiento lo que hace es ponernos en evidencia.
Hasta donde mi experiencia personal y profesional me enseña (perdí treinta kilos hace unos tres años), los malos hábitos no se refieren solo a la comida basura y el sedentarismo, el abordaje para una solución que sea sostenible en el tiempo debe basarse en tres pilares básicos: alimentación sana, ejercicio físico y trabajo mental.
La parte teórica nos la sabemos todos, pero por algún motivo la mayoría de los que tenemos mucho peso que perder acabamos claudicando, y ese fue mi gran descubrimiento, que hay que hacer tanto trabajo mental como físico. Yo dedicaba todos los días una parte de mi tiempo a empaparme de material relacionado con mi proceso de pérdida de peso, ya fuera motivación, casos de éxito, visualización... Estaba realmente enfocada e implicada en lo que hacía, la concentración me permitía tomar decisiones más acordes con mi objetivo, en lugar de dejarme llevar por los antiguos hábitos, que realmente tienen una gran inercia.
En coaching cualquier proceso pasa por tres pasos (cuánto se repiten las series de tres cosas, verdad): tomar conciencia, asumir la responsabilidad de tu situación y pasar a la acción. Podemos fallar en cualquier parte del proceso; la toma de conciencia exige estar preparado para ello, cierta madurez, y no siempre lo estamos. De hecho, la presión social puede ser un acicate, o todo lo contrario; los demás pueden hacernos sentir tan abrumados y faltos de apoyo que aún recurramos más a la comida para calmar la ansiedad.
Si no somos capaces de tomar conciencia recurriremos a métodos para resolver la disonancia cognitiva que nos genera la situación; por ejemplo: “soy gordo y feliz”, “siempre he sido así”, “en mi familia todos somos grandes”, “es una cuestión genética”, “ya lo he probado todo, lo tengo asumido”. No digo que no haya personas que puedan estar a gusto con sobrepeso, pero también es cierto que la obesidad es un problema de salud, al menos a la larga, y eso tampoco lo podemos obviar, pero considerar que es algo para lo que no tenemos recursos nos lleva a aparcarlo en algún lugar recóndito de nuestra mente, donde no haga demasiado ruido.
Por eso es necesario saber que solo se trata de una tarea más de la vida, que podemos afrontar como hemos hecho con otras, que otros muchos han tenido éxito con ello antes que nosotros, y que hay profesionales que nos pueden ayudar con esto si es necesario.
Bien, con esto ya hemos tomado conciencia y asumido la responsabilidad; realmente nuestro estado depende de las acciones que adoptemos, y con ello pasamos a la acción. Y en la acción es donde planificamos cuidadosamente la dieta (o no dieta, quizá solo las pautas saludables nos puedan ayudar, depende del caso), el ejercicio físico y el ejercicio mental. En todos ellos hay profesionales expertos que nos pueden ayudar, nutricionistas o endocrinos, entrenadores y psicólogos. Y si uno es autodidacta y tiene cierta formación para investigar en la red y distinguir fuentes fiables de las que no lo son, también puede ponerse en marcha haciendo sus propias búsquedas.
Yo quise implicarme a fondo y recurrí a un endocrino, un entrenador personal, y una psicóloga (yo). Dediqué infinidad de horas a recuperar la información que durante la carrera de psicología me pudieran servir para mi objetivo, de las diferentes asignaturas. Investigué multitud de organismos, artículos científicos... de internet; todo ello me ayudaba en mi proceso de estar enfocada. Impliqué a mi familia en sesiones semanales (algo así como terapia de grupo) y su apoyo fue fundamental, porque necesitamos que alguien crea en nosotros.
Aviso, después puedes flaquear y recuperar algo, forma parte del trabajo prepararte para las recaídas y tener estrategias para ellas; pero si has hecho un buen trabajo, será poco respecto a lo que lograste, y volver a empezar luego, ya es sobre un éxito personal, un nuevo reto para el que ya estarás preparado. A por ello.
(Nota: publicado el 11/06/20 en https://elcierredigital.com/salud-y-bienestar/976276726/claves-como-perder-sobrepeso--confinamiento.html)
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