Ayer acudí a un concierto en el Palacio de Alhajas, en pleno centro histórico de Madrid, enclavado sobre un convento del siglo XII, derribado y reconstruido en el siglo XVIII bajo concurso como edificio de Caja de Ahorros y Monte de Piedad. Sigue los cánones imperantes en la época, con hierro y lucernario central acristalado para la adecuada iluminación de los objetos que se subastaban, y dos galerías perimetrales.
Simant Duo interpretó a trompeta y piano un recital de bandas sonoras. Rubén Simeó (vigués) y Antonio Morant (valenciano) son intérpretes jóvenes, del 91, y solventes. Vienen de la formación clásica, con esa fusión emotiva que te estremece hasta humedecerte los ojos en alguna ocasión. Entre otras, el Hallelujah de Leonard Cohen (Shrek), Cinema Paradiso de Ennio Morricone, y el Último mohicano de Trevor Jones y Randy Edelman.
El evento tiene por nombre Candlelight Bandas Sonoras, serie de interpretaciones a la luz de las velas, que por cierto no son de cera, cosas de seguridad, supongo, pero titilan como si lo fueran.
