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Foto del escritorLoreto Barrios

Explorando 2020 XIV. Balance.


Esta exploración tenía un sentido, una intención; aprender a hacer sola las cosas que me gustan, salir de mi zona de confort en pequeñas cuestiones de autocuidado a las que generalmente no presto atención, trabajar mi independencia emocional.


Para ello cada semana durante tres meses he llevado a cabo alguna actividad en solitario de algo que me gusta, pero que no he hecho durante años porque siempre esperas acoplarte al plan de alguien que lo haga. Pereza, vamos. Me he dado cuenta de que consideraba que estaba permanentemente fuera de mi zona de confort, y era cierto, pero básicamente limitaba esa zona a actividades de tipo intelectual. Y hay todo un mundo más allá de la formación y la investigación. Por así decirlo, me había acostumbrado a salir de mi zona de confort en esos asuntos, lo que significa que prácticamente esas salidas ya formaban parte de mi zona de confort, por lo que en realidad, en cierto modo, había ampliado mi zona de confort pero había dejado de salir de ella. Todo un descubrimiento. Así que durante este tiempo he salido exprofeso de ella, en cosas que nunca o casi nunca había hecho, y desde luego no las había hecho sola, pero que me gusta hacer. Como parte de la disciplina, de cada experiencia he escrito un post en este blog, bajo el título Explorando 2020, y en realidad es un viaje de exploración interna a través de recorrer a solas mi entorno.


La primera fue una exposición de escultura, Rodin-Giacometti en la Fundación Mapfre, Madrid, pleno centro. Me impuse ir en transporte público; no sabía ni cómo sacar un billete, vivo en las afueras y me había acostumbrado a ir en coche a todas partes, y a que me llevaran cuando se trataba del centro de Madrid. Eso se acabó. La segunda fue ir a a la ópera por primera vez; asignatura pendiente y gran descubrimiento. Tercera, cenar sola en un restaurante de autor. Me llevé un libro para los ratos de excesiva espera, pero observar al resto de las personas también formó parte de ello. Cuarta, cine de verano de calidad. Tuve que adaptarme y ver la peli en casa porque lo anularon en el último momento, pero lo vi. Quinta, salir a dibujar un entorno urbano, en concreto la Calle Mayor de Alcalá de Henares. Sexta, Senderismo. Me había ido unos días a la playa y la actividad programada era coger un ferry a una playa virgen, pero también hubo complicaciones logísticas y transformé el reto en el mismo día. Séptima, la idea era un mercado de alimentos de proximidad itinerante que se va realizando por los pueblos de Madrid. Cuando llego resulta que lo habían anulado la noche anterior, cosas del COVID, pero el reto hay que cumplirlo, así que lo transformé en visita turística. La séptima ha sido ir a Valencia al cumple de una amiga en la playa. Sé que para muchas personas esto no es un reto, son vacaciones, pero lo importante es que para mí sí lo ha sido. Mis retos son actividades que me cuesta hacer, aunque luego y durante me alegre de hacerlas porque las disfrute. Y, por supuesto, también aproveché para visita cultural. Novena, fui a una clase de pilates a la que me invitaron en un centro de las Rozas. Décima, fue un verdadero viaje por el interior de mi cuerpo y mis emociones, mi salud y mi fragilidad. Cierto que el plan era otro, pero esa semana me vi sobrepasada y lo conté tal cual sucedió. Once, viaje por los sueños y los Jardines de Sabatini, en el centro de Madrid. Doce, de nuevo sobrepasada, aproveché para explorar mi pasado y hacer un homnaje al maestro quino. Trece y última, música, bandas sonoras, empecé y terminé con arte.


Total, del 15/07/2020 al 09/10/2020, tres meses, trece semanas, en las que de las trece salidas, tres pudieron haberse abortado por imponderables ajenos a mi voluntad, pero elegí adaptarme y cumplir, transformándolas en otras actividades igualmente estimulantes; y otras dos fueron viajes un tanto sui géneris, pero viajes al fin. Al cabo de algunas semanas me di cuenta de algo curioso. Me estaba acostumbrando a superar la sensación de pereza. Ahora cada vez que la reconozco en mí, de inmediato me sale el impulso de superarla. He producido un aprendizaje, el estímulo interno de la desgana ahora va asociado al del crecimiento, es fascinante.


Pasado un mes desde la última salida, me he dado cuenta de que debo seguir haciéndolo. Me hacía sentir que me cuidaba, y esa sensación que me desconcierta un poco porque es a base de hacer cosas un poco incómodas, siento que me educa. Ya no necesito la imposición semanal estricta, y cierto que el confinamiento dificulta muchas cosas, pero han quedado planes en el tintero que está bien que afloren. Ahora ya sé que puedo hacerlas sola o acompañada; que aunque la disfruto a raudales, no necesito la compañía. Que así sea.

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